¡amar!, ¡amar! desde una rosa.
Amar, amar tan sólo yo quería
y convertí el clamor en poesía...
Llegó el amor, Señor,
pero entonces de dolor
mi alma moría.
¡Dolor, dolor, Señor!
Y convertí el dolor en poesía...
Se fue el dolor, Señor...,
se me quedó una herida,
que sangra a veces
y a veces se me olvida...
Olvido, Señor...,
y convertí el olvido en poesía...
Pero el ansia, Señor,
de amar de nuevo
brótame a veces,
pidiendo que regrese
aquel amor
sin dolor,
sin herida,
sin olvido.
¡Un amor, Señor,
tan sólo yo quería,
y convertí mi ruego
en poesía...!
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