¡Es que ha llegado el gran momento;
la hora de sonreír y de mirar:
la noche!... ¡Y te adoro infinitamente siento!
Estréchame en tus brazos. Necesito dulzura.
¡Ah, si supieras cuánto se agita hoy en mi ser!
Es ambición, y orgullo, y deseo, y ternura,
y bondad... Pero no, ¡tú no puedes saber!
Baja más la pantalla. Estaremos mejor.
En la penumbra habla el corazón más bien;
los ojos cobran más claror
cuando las cosas no se ven.
De amor no quiero hablarte. Hoy te amo demasiado.
Todos tus mimos pediré;
así el turno conoceré
del que ha de ser acariciado.
Baja un poco más la pantalla.
Bien... En silencio, en dulce paz.
Quietos, juiciosos... Así..., calla...
¡Oh, qué dulce y honda embriaguez!
¡Tus tibias manos en mi faz!
¿Quién nuestro sueño ahora despierta?
¡Ah!, es que el café traen aquí.
¡Bueno, bueno, déjenlo allí!...
¡Vamos, pronto! Y cierren la puerta...
¿Qué es lo que decía recién?...
¿Tomamos el café? ¿Ahora? ¿Tú lo quieres?
Tú bien caliente lo prefieres...
¿No quieres que lo sirva? Deja. Yo lo hago... Bien...
¡Qué cargado hoy está! ¿Azúcar? ¿Un terrón?
¿Basta? ¿No quieres que lo pruebe?
He aquí tu taza, cielo mío, bebe...
Pero ¡qué oscura, amor, la sala ahora se halla!
Ve, sube un poco la pantalla.