LA LOLA - FEDERICO GARCÍA LORCA

Bajo el naranjo lava
pañales de algodón.
Tiene verde los ojos
y violeta la voz.

¡Ay, Amor,
bajo el naranjo en flor!

El agua de la acequia
iba llena de sol,
en el olivarito
cantaba un gorrión.

¡Ay, Amor,
bajo el naranjo en flor!

Luego, cuando la Lola
gaste todo el jabón,
vendrán los torerillos.

¡Ay, Amor,
bajo el naranjo en flor!

EL LECHO - FELICIEN FAGUS (BELGA)

¡Lecho dulce y sagrado, velado por cortinas;
limpio y florido lecho que exhala fresco olor;
lecho que ofrece calma en sus sábanas finas;
lecho de nupcias, lecho del inocente amor!

Una luz a tu lado palpita vigilante,
y reza por nosotros una muda oración;
como sobre un altar así es su luz brillante,
ya que el lecho es el sacro altar de la mansión.

Otros suaves, velados por reflejos de rosa,
ostentan las cortinas que nos miran dormir;
lecho cándido y amplio, que de calma rebosa,
y hasta el que llega, al alba, de Dios el sonreír.

Mientras Cristo, en la cruz, con mirada serena
junto a la luz vigila nuestro suave soñar,
en la cuna de mi hijo hay rumor de colmena,
de tantas alas de ángeles que vienen a velar.

CON LA SIMPLE PALABRA - JOSÉ ÁNGEL BUESA

Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son del mar.

Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con la simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llega cuando te has ido ya.
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén.
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río
y en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás.

CARTA SIN FECHA - JOSÉ ÁNGEL BUESA

Amigo: Sé que existes, pero ignoro tu nombre.
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía.
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,
aunque quizá mañana nos olvide a los dos.

Ya ves: ahora es de noche. Yo te llamo mi amigo;
yo, que aprendí a estar solo para quererla más,
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.

¡Qué importa lo que sueña! Déjala así, dormida.
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el aterdecer.

Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,
y nacerán las rosas que nacen porque sí;
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,
sin saber que los hice por ella y para tí...