NADA - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento;
subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar por él empurpurada.

Fabricaré en mi sombra la alborada,
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento...
Mas, ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?

¡Nada, sí; nada, nada!... -O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mundo un castillo hueco y frío...-

Qué tú eres tú, la humana primavera,
la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!...,
¡y soy yo sólo el pensamiento mío!

MANOS - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

¡Ay, tus manos cargadas de rosas! Son más puras
tus manos que las rosas. Y entre las hojas blancas,
surgen lo mismo que pedazos de luceros,
que alas de mariposas albas, que sedas cándidas.
¿Se te cayeron de la luna? ¿Juguetearon
en una primavera celeste? ¿Son de alma?
...Tienen esplendor vago de lirios de otro mundo;
deslumbran lo que sueñan, refrescan lo que cantan.
Mi frente se serena, como un cielo de tarde,
cuando tú con tus manos entre sus nubes andas;
si las beso, la púrpura de brasa de mi boca
empalidece de su blancor de piedra de agua.
¡Tus manos entre sueños! Atraviesan, palomas,
de fuego blanco, por mis pesadillas malas,
y a la aurora me abren, como con luz de ti,
la claridad suave del oriente de plata.

JARDÍN DOLIENTE - JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Tú me mirarás llorando
-será el tiempo de las flores-,
tú me mirarás llorando,
y yo te diré: "No llores".

Mi corazón, lentamente,
se irá durmiendo... Tu mano
acariciará la frente
sudorosa de tu hermano...

Tú me mirarás sufriendo,
yo sólo tendré tu pena;
tú me mirarás sufriendo,
tú, hermana, que eres tan buena.

Y tú me dirás: "¿Qué tienes?"
Y yo miraré hacia el suelo.
Y tú me dirás: "¿Qué tienes?"
Y yo miraré hacia el cielo.

Y yo me sonreiré
-y tú estarás asustada-,
y yo me sonreiré
para decirte: "No es nada..."

LO FATAL - RUBÉN DARÍO

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

EL SECRETO - ERNESTINA DE CHAMPOUCÍN (ESPAÑOLA)

No habléis de mí, vosotros que cifráis vuestra dicha
en le amor y el júbilo de algún amor terreno;
¿qué sabéis del poder obsesivo e inmutable,
del dominio absoluto del Dios que llevo dentro?

Vuestros ojos resbalan sobre mí sin captarme,
sólo advertir la forma tangible de mi cuerpo.
¿Qué sabéis de la llama que quema y no consume,
que sabéis de mi Dios, del Dios que llevo dentro?

Esta vida aparente, similar a la vuestra,
en tránsito forzoso, es el mismo sendero
que os conduce a la nada y a mí me precipita
en la sima sin fondo del Dios que llevo dentro.

Nadie puede quitármelo. Él es lo único mío,
lo único invulnerable a los celos del viento,
al curso de los astros, al dolor y a la muerte.
Debo mi libertad al Dios que llevo dentro.

SIN PALABRAS - RAFAEL CABRERA (MEXICANO)

Será como un efluvio el amor mío
que envolverá tu ser calladamente,
como niebla impalpable sobre un río
y como el aire azul y transparente.

Será un halo en tu pálida cabeza,
un iris en su eterno cristalino,
una flor de tu vida en la maleza,
y un manso atardecer en tu camino.

Como ansia a todas horas renovada,
como una herida sin cesar abierta,
como una aspiración nunca saciada
y como una inquietud siempre despierta...

De mezquinos afanes olvidado,
sólo lleno de ti, de ti suspenso,
y en cada breña dejaré un pecado
y en cada risco un desencanto inmenso.

Despeñaré en un tajo tu amargura
que hacia el abismo rodará perdida,
fundiré en su caverna más oscura
su desconsuelo enorme de la vida.

Y si lágrima fue, será rocío;
será rayo de luna si es la niebla;
algo como una estrella en el vacío,
algo como una luz en la tiniebla...

Y hará que mires en el corto viaje,
a través del dolor que tu alma llena,
como a través del oro de un celaje,
que la vida es muy triste, pero buena...

Y apacible, profundo y silencioso,
cuando inclines muy pálida la frente
para dormir el sueño misterioso,
él será como un surco luminoso
que prolongue tu vida eternamente...

AQUELLA NOCHE - CLAUDIO DE ALAS (COLOMBIANO)

Desnudaron su cuerpo las madrinas
y hablándole al oído sobre el caso...;
su mirada volviéndose a las cortinas
y enrojeció su faz como el ocaso.

Sentándose en el lecho,
rodó por sus espaldas, desgreñada,
de sus negros cabellos la cascada;
en tanto que su pecho
hinchábase cual onda alborecente
y sus manos temblaban castamente.

Las ocultas consignas postrimeras
-libertando sus piernas de las ligas-
muy serias le dijeron sus amigas...

Mientras pasaba eso,
la blanca morbidez de sus caderas,
de la lámpara tenue ante el reflejo,
temblaba incitadora en un espejo,
propicia para el tacto y para el beso.

Llegó el momento de quedarse a solas.
Por su carne rosada y palpitante
corríale el rubor en tibias olas,
y su pecho cual nunca le latía.

Escuchóse la entrada del amante.
Tembló entonces, y haciendo que dormía,
meditó en las angustias del instante...
Él contempló su forma inmaculada.
Iluminó su faz un gesto malicioso.

Y el instante llegó.
Su mente en el pudor ya no pensó...
Lentamente en las sábanas se hunde...
La estancia en las tinieblas se refunde...
Siente ella el cuerpo acariciado y preso...
Febril resuena la explosión de un beso...
Un cuerpo con el otro se comprime...
La besa él, y con pasión le nombra...
Ella le abraza y con ternura gime;
hasta que raudamente entre la sombra
-cual eco virginal, ardiente y vivo-
se pierde un grito corto y convulsivo.

EL COBARDE - BORIS ELKIN

Un muchachón de manos engrilladas;
un comisario "bravo" y un alcalde
que, sabiéndolo al mozo, bien seguro,
le escupen su desprecio "pa que hable".
-Lo mataste a traición, seguramente...
Y el mozo le contesta: -Sepa, alcalde,
que los hombres nacidos en mi tierra
muy poco matan de traición a naides.
-Sin embargo-interrumpe el comisario-,
nunca matan de frente los cobardes.
-¿Y cuándo esa fama, comisario?
-Te la ganaste bien aquella tarde
qu'el finao te insultó delante é todos
y vos, como faldero, te achicastes.
-Aquello jue otra cosa, comisario;
me achiqué con razón, no por cobarde.
Aquella tarde me allegué hasta el pueblo
pa buscarle rimedios a mi madre,
que había quedao solita, allá en el rancho,
quemándose de fiebre sobre el catre.
Si me achiqué, señor, no jue de miedo.
Jue su voz que me gritó:"¡Párate!"...
Es muy fiero, señor, pa quien ya siente
que la muerte comienza a aproximarse,
encontrar que no hay naides en el mundo
que le empreste un poquito de coraje,
sin tener quien le rece un padrenuestro,
ni tener quien le pida un "Dios te salve".
Pero ayer me cobré. Mi mamá ha muerto;
y ya sin su cariño que me ate,
m'encaminé pal pueblo, bien seguro
de no encontrar branquera que me pare.
Estaba en el boliche el "hombre guapo"
hablando de bravura, de coraje...,
"que a los hombres los reta como a chicos...",
"que no encuentra varón que se le cuadre...".
Por eso, al dentrar yo, ni m'hizo caso,
y con desprecio comenzaba a ráirse
cuando mi zurda le cruzó la cara
pa evitar el decirle: "¡Acomódate!"
Sacó el facón y me vino al humo.
La carrera conmigo l'era fácil...,
y el hombre, entusiasmao siguramente,
tiró un hachazo..., se quedó pagando...,
buscando sitio pa poder dentrarme,
y sonzo juera yo de no cobrarme.
-¿Tenés más que agregar?
                                       -Sí, comisario:
¡qué no güelva a tratarme de cobarde
sin soltarme una mano, por lo menos...,
por si tiene antojo de probarme!