Visión - Ernesto R. Ahumada

En la penumbra de la alcoba triste,
sin que nadie turbara nuestro ensueño,
la blanca rosa de tu amor me diste
como tributo de mi malsano empeño.

Poco después, cuando con triste llanto
reprochabas más trágicos excesos,
volví a estrujar tu cuerpecito santo
y a ofender tus mejillas con mis besos.

Tu divina figura es la culpable
de la crueldad con que yo te he tratado,
porque siendo tan bella, eres deseable,
y yo te amé con ansia, enamorado.

Por tu hermosura te besé en la boca
y por ella burlé tu real pureza;
la causa fue de que mi mente loca
olvidara un momento su nobleza.

Y ésa es la causa que perdón no imploro
a tu leal corazón, que es tan amante;
llora..., no importa, pues tu justo lloro
más bella te hace ser, más incitante.

0 Comments: